220º. espacio de cocina alternativa

Lanzarote

Lanzarote es otro planeta. Es el destino donde he decidido pasar unos días relajadita y un lugar al que vuelvo y siempre me sorprende. No voy a negar que la concentración de guiris por metro cuadrado no escandalice a cualquier alma tranquila en algunas zonas, pero un coche de alquiler y las ganas de perderse lo solucionan todo :)

Escribo esta entrada desde un ordenandor de los apartamentos donde me alojo, blancos e isleños, un aparato sin capacidad de cargar una foto (con las preciosas fotos que había sacado de desayunos pantagruélicos y la terraza con vistas al mar a la que me asomo nada más levantarme!!), así que tendré que poneros los dientes largos con mi verborrea. No es lo mismo, pero habrá que intentarlo

Por supuesto, Lanzarote (Canarias, en relidad) huele a mar y a descanso. Tiene calas que conectan con la parte de mi cerebro que sabe que se jubilará por aquí algún día. La lava que formó un día esta isla podría contar mil historias, la más impresionante para mi sería a quién narices se le ocurrió quedarse a vivir hace mil años en un lugar donde el malpaís (lava volcánica intransitable sin botas de monte) conquista buena parte del paisaje. Los volcanes se erigen majestuosos y las plantas pugnan por salir y conservar el agua en sus hojas carnosas. César Manrique dejó su impronta mucho tiempo después en una isla turística pero que conserva una arquitectura lo más cercana a las decenas de casas de pescadores repartidas en pueblos con nombres tan preciosos como Yaiza o Playa Quemada. Lo admito: este lugar me fascina.

Y, si además te gusta el buen comer, Lanzarote huele a cherne, a vieja y a sama, pescaditos a la brasa con los que se te olvidan todos los males; huele a queso de cabra, ahumado o con pimentón; a vinos blancos secos o semi dulces perfectos para una buena charla y procedentes de vides que se plantan una a una, rodeadas por pequeños muretes de piedra de lava; huele a bienmesabe, a miel de caña, mermelada de cactus y chumberas, a deliciosas piñas y papayas, a truchas de batata.. Pero, por encima de todas las cosas ricas que los lanzaroteños tienen la suerte de disfrutar todo el año, Lanzarote (y Canarias) huele y sabe a papas con mojo rojo y verde. Papitas de piel suave y salada, con esos mojos de cilantro y pimiento seco en los que directamente me zambulliría… 

La isla de La Graciosa y Timanfaya, los Jameos del Agua, la Geria, los Hervideros y, con suerte, el ahumadero de salmones de Macher esperan con los brazos abiertos… :)

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